La historiografía actual suele
aceptar la existencia de un sacerdocio en la Hispania céltica con algunas de las
características del sacerdocio druídico, aunque con una menor organización que
le deja a mucha distancia de lo que serian las escuelas druídicas y de la casta
sacerdotal druídica. Ya Estrabón atestigua los sacrificios entre los Lusitanos:
sus sacerdotes vaticinaban al destripar a los prisioneros, observando la forma
en que caían sus entrañas al suelo.
El origen de la casta druídica tiene sus
raíces en la época en que los primitivos cazadores-recolectores vieron al roble
como símbolo de plenitud (en el período anterior al año 4000 a .c. los bosques de
robles cubrían Europa). Estas gentes recogían bellotas para alimentarse, que
eran fáciles de almacenar para su consumo en épocas duras. Hasta el siglo XII
se consideraba la bellota básica para la alimentación, equiparable al grano.
También la madera del roble ayudaba al sustento de la tribu: madera para
hogueras, viviendas… Estas gentes
observaron que el roble era el árbol más útil y generoso, surgiendo una
veneración hacia él y apareciendo “los sabios del Roble”, ya que tener un
conocimiento de los árboles proporcionaba técnicas de supervivencia y
sabiduría.
En el primer milenio a.c., cuando comenzó la
expansión celta, toda persona de cultura en la tribu era considerada poseedora
del “conocimiento del roble”. En la propia religión, el roble siguió siendo
venerado como símbolo del crecimiento de las plantas, teniendo cada tribu su
propio árbol sagrado, el crann
bethadh (árbol de la vida), su
tótem y talismán. Un ataque contra un Clan rival podía tener como fin destruir
el árbol para desmoralizar al enemigo.
Se cree que los druidas pertenecieron a una
civilización que fue absorbida por la cultura celta (Folclore Celta. 1901 –
Rhys). Sin embargo ningún escritor clásico se refirió jamás a los druidas como
sacerdotes, ni al druidismo fue descrito como religión. A.H. Allcroft señala
que el druidismo era “una organización que hizo de una religión un medio de
poder político”. También dice que “la relación de los celtas con los druidas es
bastante diferente de aquella de los conquistadores que recurren a los hombres
medicina del pueblo conquistado porque tenían una magia más poderosa o mayor
influencia con los Dioses autóctonos”
No existe evidencia histórica que demuestre
que los druidas fueron un sacerdocio precelta. De hecho, los celtas tenían un
sacerdocio llamado GUTUATRI que significa portavoces (de los Dioses) y la
palabra gala esta emparentada con la irlandesa GUTH. De hecho, los Gutuatri
aparecen como una subdivisión de la casta de los druidas. Las conclusiones a
las que llegamos son que los druidas eran una casta intelectual indígena, que
durante la época de los cazadores-recolectores evolucionaron desde los
primitivos sabios y sabias de los antepasados de los Celtas (o chamanes),
perdiendo su función original pero
reteniendo el nombre celta de “aquellos que tienen el conocimiento del roble”.
Estaban en todas las tribus de la sociedad celta, pero hasta el siglo II a.c.
los griegos no se percataron de que aquellos intelectuales y funcionarios
tenían un nombre colectivo: Druidas.
No obstante, a pesar de que los druidas con los
que se toparon los romanos en la Galia eran más una casta intelectual y
filosófica, no debemos olvidar que dentro de esa casta existían tambien los que
se ocupaban de tareas sacerdotales y adivinatorias, así como sacrificales,
siendo la casta druídica en si misma la que contenía todos los conocimientos de
la cultura celta, desde las historias y folclore, pasando por la cosmogonía, mitos
y ritos tribales, hasta las leyes y conocimientos astronómicos.
En cuanto a Hispania,
evidentemente no se llegó a dar esa estructura representativa de la casta
druídica, aunque si existió una casta sacerdotal no estructurada, pero sí
dedicada a guardar los templos y honrar a ciertas divinidades, como en el caso
de Endovélico.
Últimamente se ha querido ver en
Olíndico a un sacerdote. Este “profeta” acaudilló en el año 170 a.c. una
revuelta celtíbera contra Roma armado con una lanza de plata que, según él, le
había sido enviada desde el cielo (la lanza de plata era uno de los atributos
del Dios Celta Lugh, que los romanos asimilaron a Mercurio). También se
consideran sacerdotes un personaje pintado en una cerámica numantina y otros
dos de un vaso de Arcóbriga, además del dedicante de una ara procedente de
Queriz (Fornos de Algodre, en la Beira Alta portuguesa), llamado Ovatius,
identificable con el término Ovates utilizado por Estrabón para referirse a los
Vates, una de las jerarquías druídicas. También se conocen mujeres adivinas de
la Hispania céltica, como la que profetizó el imperio de Galba y cuyo texto se
conservaba en el templo de Jupiter en Clunia (Coruña del Conde, Burgos).
Pero al igual que había sucedido
en el resto de las tierras célticas, la romanización primero y la
cristianización después habrían acabado por extinguir el antiguo culto
druídico, que desapareció sin dejar apenas rastro de su existencia secular.
Para saber más sobre los celtas de Hispania
Fuentes:
HISTORIA - National Geographic nº 34 - Antonio Aguilera - Profesor
de Historia Antigua de la Universidad de Barcelona
Druidas – El Espíritu del Mundo Celta – Peter Berresford
Ellis